Columna de opinión. Dr. Cristián Mattar.

El parque nacional Torres del Paine sufrió uno de los más graves incendios en su historia a finales del 2011, donde un turista israelí generó un fuego descontrolado que terminó con casi 20 mil hectáreas incendiadas de bosque nativo con diverso grado de severidad. Sin embargo, antes del inicio del fuego, el Parque Nacional había pasado por una fuerte ola de calor, 14 días sin lluvias, altas temperaturas del aire y superficie, así como fuertes velocidades de viento. La zona tenía un alto potencial radiativo del fuego, variable determinante al momento de iniciar un siniestro de esa naturaleza con un alto grado expansivo.

Figura 1. Ubicación del Parque Nacional Torres del Paine. Se muestra la imagen ETM+ corregida del 3 de enero del 2005. (1) http://www.aet.org.es/revistas/revista38/Numero38_04.pdf

Figura 2. Estimación del Área quemada sobre una imagen falso color correspondiente a enero del 2005 (a) y febrero del 2012 (b). Se muestran además fotografías in-situ correspondientes a los distintos sitios siniestrados en c, d y e. (1) http://www.aet.org.es/revistas/revista38/Numero38_04.pdf

A finales del 2016 y principios del 2017, en la zona centro sur de Chile, ocurrió un Mega Incendio totalizando casi 600 mil hectáreas consumidas donde comunas como Empedrado fueron completamente arrasadas por el fuego. En este incendio se suman diversos patrones como la combustibilidad de la vegetación y la extensión de plantaciones forestales. Sin embargo, las altas temperaturas, fuertes vientos y largos periodos de ausencia de lluvias, precedieron a esta catástrofe.

Figura 3. Ubicación comuna de Empedrado. (3)

Figura 4. Área afectada por el incendio en la comuna de Empedrado. (3)

Figura 5. Clasificación de severidad de daño según el índice dNBR y los criterios de Key y Benson (2006), el índice RdNBR y los criterios de Miller y Thode (2007) y el índice RBR y los criterios de Parks et al. (2014). (3)

Desde diciembre del 2022 que se están detectando diversos incendios en la zona centro sur de Chile. Si bien es cierto, se habla de focos aislados y controlados, hoy en día, esta zona muestra imágenes de llamas que afectan centros poblados, cultivos, plantaciones y diversos ecosistemas. ¿Qué rol juega la percepción remota y el monitoreo satelital como agente preventivo?

La mayor parte de las misiones espaciales permiten detectar incendios activos, dispersión de contaminantes y contrastar el antes y después de un incendio generando índices de severidad. Además, las imágenes pueden ser combinadas con modelos de dispersión de incendios utilizando datos meteorológicos como información complementaria. Sin embargo, toda esta información que habitualmente vemos en las redes sociales y en los medios de prensa, aparece una vez decretado el incendio, sub-utilizando la herramienta preventiva que pueden dar las imágenes satelitales y los monitoreos operacionales.

Figura 6. Recuentos de píxeles de incendios activos durante la noche detectados en celdas de cuadrícula de 0,1◦ en enero de 2019 de (a) Sentinel3B SLSTR y (b) Terra MODIS. (4)

Desde la década de los años 80’ que los satélites geoestacionarios se han utilizado para la detección y seguimiento de incendios debido a su gran resolución temporal (una imagen cada 15 ó 30 min), a pesar de su baja resolución espacial (3- 5 km), los incendios de gran envergadura espacial como en el Amazonas o en Estados Unidos, podían ser seguidos con suficiente detalle y posterior cuantificación. Posteriormente, la constelación NOAA con su sensor AVHRR generó una nueva capa de conocimiento al integrar bandas espectrales capaces de detectar la vegetación quemada y bandas térmicas que permitían identificar los focos de incendio. Sin embargo, durante el año 2000 comienza el real impacto de los sensores remotos sobre incendios con el sensor TERRA-AQUA y la apertura de los datos provenientes del legado Landsat (5 – 7), generando diversas aplicaciones para la identificación y cuantificación de superficie quemada.

Figura 7. Ejemplo de (a) actividad de incendios históricos y (b) eventos incendiarios extremos registrados en las provincias del sur de Canadá, como se muestra a través del análisis de datos AVHRR GAC. (a) Serie de tiempo de detección de AF derivada usando datos GAC nocturnos de 1985 a 2016. (b) Ejemplo de imagen AVHRR GAC del 24 de julio de 1989 (09:00 UTC) tomada durante la temporada extrema de incendios de Manitoba de 1989. (4)

Con la puesta en marcha de Copernicus – Sentinel las aplicaciones satelitales en el monitoreo de incendios son cada vez más específicas orientando los esfuerzos en la prevención más que en la detección o identificación de zonas quemadas. Son numerosas las publicaciones que hablan de la sinergia MODIS, Sentinel (1,2,3), Landsat (8 – 9 ) y en algunos casos, con constelaciones privadas. No obstante, el monitoreo no puede ser referenciado una vez que el incendio ha sido declarado.

El monitoreo satelital es capaz de identificar las zonas con mayor potencial radiativo del fuego, basado en firmas espectrales, índices de humedad, temperatura de la superficie y por cierto, complementarlas con datos meteorológicos de radiación solar global, viento (Velocidad y magnitud) y temperaturas del aire. Nuestro monitoreo debe focalizarse en la identificación de esas zonas y dirigir los esfuerzos hacia una prevención de focos de incendio de forma mucho más activa que al control de incendio. De la misma forma en que la Corporación Nacional Forestal (CONAF) cierra Parques y Reservas por peligro de incendios, es crítico y necesario publicar un mapa de riesgo potencial de incendio, de forma geolocalizada, con áreas de influencia y alertar a la población de una posible propagación del incendio en caso de que en esas zonas comience un siniestro.

Después de 40 años de percepción remota y con la enorme disposición de imágenes satelitales gratuitas y productos derivados para la identificación de fuegos activos y potenciales de fuego, se hace obligatorio utilizar esta tecnología de forma preventiva, para evitar ser testigos de cómo cientos de miles de hectáreas se queman cada verano generando pérdidas humanas, materiales y ecosistémicas irreversibles.

  1. Mattar, C., Santamaría-Artigas, A. & Durán-Alarcón, C. 2012. Estimación del área quemada en el Parque Nacional Torres del Paine utilizando datos de teledetección.  Revista Española de Teledetección, 38, 36 – 50.
  2. Rivera, Mattar, C, C., Durán-Alarcón, C. 2017. Tendencia de la cobertura vegetacional afectada por incendios en el Parque Nacional Torres del Paine. Revista Española de Teledetección,50,71-87.
  3. Campo, F. Evaluación del cambio de vigor de la vegetación afectada por el Mega-incendio de 2017 en la comuna de Empedrado, Región del Maule. Prof. Guía. Dr. Cristian Mattar .
  4. Wooster, M.J. et al. 2021. Satellite remote sensing of active fires: History and current status, applications and future requirements. Remote Sensing of Environment. 267, 112694